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Artículos

Sección: Regional
Publicado: Febrero 2006.

Un Tema Clave: Comunicación y Activismo Internacional

por: Enrique Góngora
16 de Enero de 2006
Traducido por Laura Porras,
Asociación Agua Buena

Recientemente, Richard Stern de la Asociación Agua Buena de Derechos Humanos (Costa Rica) señaló que muchos de los y las activistas comprometidos/as de la región Latinoamericana y del Caribe se encuentran ‘semi-excluidos’ de las tomas de decisiones debido al lenguaje. Este debate se enfoca usualmente al tema de la representatividad (o más bien de la poca representatividad) y al hecho de que esta región no es escuchada a menos de que pueda contar con la participación de las personas articuladamente bilingües (usualmente hombres con buena educación e ingresos altos). Sin embargo, me gustaría reflexionar acerca del problema más amplio de la información y comunicación que existe para los movimientos sociales, mientras retomo algunos de los puntos puestos sobre la mesa por activistas en VIH/SIDA de la región Latinoamericana.

Se asume de manera generalizada que el activismo internacional utiliza el inglés como lenguaje de trabajo. Esta asunción justifica las decisiones de quienes organizan reuniones y de los donantes de la comunidad internacional para no tomar (casi nunca) las previsiones necesarias para costos servicios de traducción e interpretación. Aún cuando asegurar la comunicación multi-lingual constituiría una gran diferencia en lo que se refiere a crear redes a lo largo de la región (iniciativas Sur-Sur) o para el intercambio de conocimientos y experiencias (educación acerca del tratamiento y mejores prácticas). Pero las reuniones cara a cara no constituyen todo el paisaje ¿Qué pasa con el trabajo día a día y el flujo de información una vez que cada quien regresa a su escritorio?

Puede ser relativamente fácil para un activista Filipino diseminar sus experiencias comunitarias al traducir del Tagalog al inglés o redactando el informe directamente en el segundo idioma: una gran mayoría de las personas en Filipinas fueron educadas en inglés. Lo mismo aplicaría a muchos países del sur global dentro de la influencia colonial del Inglés (aún y cuando el Xhosa y Zulu se encuentran entre las 11 lenguas oficiales de Sudáfrica, las noticias de la comunidad de SIDA en estos países son usualmente en Inglés). Pero esto no aplica para la mayoría de América Latina, donde un/a activista colombiano/a que desea diseminar sus experiencias internacionalmente o hacer una propuesta de financiamiento, por ejemplo, debe de apoyarse en profesionales que cobran mucho dinero para traducir los documentos al Inglés. Una brecha aún más profunda se observa en casos en que activistas de esta región buscan negociar o establecer sus posturas políticas en relación a estrategias globales en reuniones con contrapartes múltiples como las del FGSMT. De la misma forma, países francófonos de África deben re transmitir sus documentos del lenguaje local al Francés y luego al Inglés para lograr visibilidad internacional. Lo mismo aplica a Brasil, donde una gran parte de las experiencias comunitarias y abogacía por el tratamiento es desconocida internacionalmente por falta de recursos para publicar en inglés.

Como consecuencia de este predominio del inglés y otras lenguas occidentales, muy poco se conoce a nivel internacional acerca de las experiencias de activistas de VIH/SIDA en aquellos países sin educación en estos lenguajes. Incluso entre más nos alejamos de sus “esferas de influencia”, más difícil se vuelve tener informes a tiempo, por lo tanto perdiendo la riqueza y el conocimiento primigenio que puede ser tan enriquecedor para los movimientos sociales. Aún más, algunas personas que trabajan en el campo pueden tener que lidiar con términos de referencia originalmente redactados en inglés mientras se espera que produzcan sus informes de proyecto, con agencias que prestan poca atención a la necesidad de adaptar estos documentos para su uso local. De forma contrastante a la falta de asistencia técnica y recursos que las comunidades necesitan en diversas ocasiones, se puede ver la deferencia con la que se trata a los representantes gubernamentales en el contexto internacional, al asegurarles siempre traducciones apropiadas y en varios lenguajes para su media hora de bla-bla y sus declaraciones rutinarias típicas de representantes de burocracias reuniéndose internacionalmente.

Existen, sin embargo, una admirable cantidad de traducciones de buena fe, y muchos lectores/as y escritores/as (pero también quienes escuchan y mantienen registros) en cada región que han contribuido a revisar, adaptar, traducir y diseminar conocimiento y documentos forjados dentro del movimiento internacional de tratamiento para el VIH/SIDA (como GIPA, The Denver Principles y un gran número de literatura para tratamiento y educación y manuales de abogacía). Esto ha sido posible gracias a la infraestructura existente y el apoyo de agencias donantes internacionales y a profesionales comprometidos/as del norte y del sur, ya que la así llamada división digital no es tanto una división geográfica si no que se asocia con el acceso a educación y nuevas tecnologías. Las redes de la comunidad de VIH/SIDA son tal vez el mejor conocido ejemplo de la sociedad civil trabajando de forma transnacional, posicionada claramente como una contraparte global en las luchas por derechos, programas de desarrollo y demanda por una participación democrática en el gobierno internacional.

Pero ¿podemos afirmar realmente que las Comunidades de VIH/SIDA a lo largo del mundo están actualmente en posición de establecer estrategias de intercambio y comunicación como mecanismos para mejor “globalizar” su movimiento y lograr sus metas? Una cosa es cierta: el inglés es el lenguaje internacional. Si los/as activistas por el VIH/SIDA alrededor del mundo van a volverse líderes más visibles y sus voces van a ser escuchadas en un movimiento internacional, la construcción de capacidades necesariamente implica la adquisición de herramientas multi-linguales e interculturales. De la misma manera, es importante asegurarse de que la información local y regional alcance y sea asequible a la sociedad civil transnacional como lo son ITPC, GNP+ y ICW; con una retroalimentación constante de arriba abajo, pero además posicionando temas relevantes de su lucha en los medios internacionales mientras se influye en la opinión pública. Los/as activistas de China conocen bien acerca de esto y han logrado atraer la atención de los medios de habla inglesa de una forma mucho más permanente que sus contrapartes en América Latina o el Medio Oriente. También tengo una anécdota del contexto Europeo. En una conferencia acerca de Derechos Humanos en Nuremberg (Alemania), un canciller Catalán quiso hacer un punto al hablar en su lengua a la audiencia, para el desmayo de los organizadores, hasta que un colega de Países Bajos le recordó que aún y cuando su lengua, Alemán, es reconocida como un lenguaje oficial de Naciones Unidas, existe un arreglo común de adoptar el Inglés como el lenguaje de trabajo de este tipo de reuniones. Aún y cuando en Europa podemos notar grandes esfuerzos realizados por la Cooperación Europea y por la EATG, quienes publican sus correos de noticias en los 5 lenguajes de la Unión Europea (Inglés, Francés, Español, Portugués e Italiano) y en Ruso, este es un modelo insostenible a nivel internacional, debido a la gran cantidad de fondos que requeriría. Aún así, las lecciones aprendidas mediante las estrategias de flujo de comunicación e información en Europa del Este/Asia Central mediante el trabajo conjunto con EATG y dentro de la coalición son inmensamente valuables.

¿Cómo pueden las organizaciones de la sociedad civil transnacional superar la división digital y aprovechar los beneficios de las tecnologías mejoradas en información y comunicación?[1]

Por casi una década ya, han existido las llamadas “Redes pertenecientes a comunidades” en el ciber espacio ¿pero cómo podemos hacerles sostenibles y efectivas para el activismo internacional que habla en tantos lenguajes? Cualquier plan o estrategia para comunicarse de forma completa y mantenerse conectado (idealmente en distintos lenguajes) debe lidiar, en primer lugar, con los problemas relacionados al acceso físico a la tecnología de la información. Esta es una preocupación local que los y las activistas internacionales pueden empujar hacia delante en la agenda internacional (existe incluso una campaña sucediendo actualmente en este tema: Derechos de Comunicación en la Sociedad de la Información < http://www.crisinfo.org/content/view/full/90>). Luego, encontramos los contenidos: las comunidades deberían ser consultadas en cuanto a cuáles son su prioridades en términos de redes de comunicación y diseminación de la información; tal vez inclusive iniciar con un recuento de los sitios y programas existentes en cada región. En tercer lugar, existe el tema de control: ¿a quién pertenecen estas redes y cómo se aseguran la transparencia y la libertad de información cuando estas plataformas son patrocinadas por compañías o cuerpos gubernamentales?

A inicios del 2005, el equipo timón de la ITPC inició discusiones acerca de la factibilidad de conformar un grupo pequeño de comunicaciones a niveles regional y global “para poner el proceso en marcha”, según la descripción de David Haerry de HDNet. Es claro que los equipos regionales de comunicación requerirán de capacidades en cuanto al lenguaje escrito (por ejemplo Inglés, Francés, Ruso y Español como los lenguajes por estatuto de la coalición y, puedo agregar, al menos uno de los miembros de cada equipo regional debe ser bilingüe, incluyendo el Inglés) así como conocimiento de herramientas para la administración. Y esto debe ocurrir pronto, ya que muchos de los retos que esperan por delante requerirán de un intercambio de información eficiente y adecuado en el tiempo; también es necesario para adquirir un activismo internacional cohesionado y proveer gradualmente a más activistas de las capacidades necesarias (o instrucción en temas de comunicación) para que existan en mayor número en la arena internacional (un área de trabajo tan bien expuesta al agotamiento de activistas).

Este equipo debe tener como prioridad máxima asegurarse de que la voz y el trabajo hecho por activistas que no hablan inglés no sean silenciados por fallas en la diseminación de noticias acerca de su trabajo. Esta prioridad es también útil para ONGs internacionales que necesitan estar bien conectadas a las bases para lograr un mejor modelo de campaña internacional fundada sobre datos verificables y reportes de las comunidades. Muchas lecciones pueden ser aprendidas a partir de la forma en que los y las activistas locales se están organizando y como atacan sus retos a nivel local y regional; lo que piensan y cómo ponen en palabras sus listas cortas (de necesidades inmediatas) en cuanto a construcción de capacidades y prioridades técnicas a la vez contribuyendo con la gobernabilidad internacional y asumiendo su cuota de responsabilidad en todo este asunto.

* El autor es un activista peruano para los derechos humanos que vive y trabaja en España como traductor y escritor para EATG, CIAT y otras organizaciones de interés público en Europa y América Latina.

[1] El concepto que se trae a colación aquí viene de: Ó Siochrú, S. Global Governance of Information and Communication Technologies: Implications for Transnational Civil Society Networking. New York: SSRC, 2003.

 

 

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