Artículos
Sección: Regional
Publicado: Junio 2003
Mujer
y VIH/SIDA
¿Y mis hijos (as)…?
“Necesitamos
luchar contra la discriminación a una sola voz…
Insto a las demás mujeres a que escriban sobre sus experiencias”
Prudente Mabele
Hablar
de mujer y VIH/SIDA, es un tema que me apasiona, pero hablar de este
tema asociado con las y los hijos lo es mucho más. Tiene que
ver no solo con mi condición de mujer que trabaja con este
tema, sino también de mi condición de ser madre.
El VIH/SIDA
es una enfermedad que si bien es cierto, de igual modo afecta a hombres
y mujeres, existe distinción sexual respecto a las mujeres,
pues ya sean los síntomas particulares o los efectos secundarios
producidos por los medicamentos, hay claras diferencias de género
y no sólo las registradas en áreas concretas de la salud
sexual y reproductiva de las mujeres, como las complicaciones ginecológicas,
intervienen además fuerzas económicas, sociales y culturales
muy fuertes.
No necesariamente
se tiene que haber mantenido una evidente o notoria promiscuidad sexual
para adquirir el VIH. Muchas mujeres son afectadas a través
de su única pareja. Según Montserrat Pineda, trabajadora
social de una ONG de Barcelona España, “las relaciones sexuales
implican entrar en contacto con el historial sexual de nuestra pareja.
No sólo practicamos el sexo con nuestro compañero, sino
con las parejas que él tuvo” Quizá por eso nos sea casual
que de las 40 millones de personas que vivían en con VIH en
el mundo entero, 18,5 millones fueron mujeres (46%) (Finales 2001).
(Fuente: Informe Mundial sobre la epidemia de VIH/SIDA, ONUSIDA, 2002)
Para
una mujer, el solo descubrimiento de tener VIH se transforma en un
descalabro psicológico tremendo, pero además se apodera
de ellas la culpa, y se preguntan “qué hecho yo para que me
pase esto; yo no lo merezco, qué no le he dado a mi compañero
para que se vaya con otras; cómo he podido ser tan tonta como
para no utilizar condón”.
La mayoría
de estudios alrededor de las mujeres se concentran en cifras. Por
ejemplo las cifras oficiales de Nicaragua no dicen mucho, pues reflejan
que el menos del 25% del total son mujeres, las cifras mundiales aunque
son mucho más altas, tampoco dimensionan la magnitud de las
circunstancias que atraviesan las mujeres en relación con el
VIH y con la tarea de ser madres.
Como
habrán observado en los párrafos anteriores describí
un contexto muy general sobre las mujeres y el VIH/SIDA, pero decidí
que para continuar escribiendo al respecto, tenía que establecer
contacto con mujeres que vivían con VIH y que a la vez fueran
madres…, también evoqué recuerdos de las experiencias
que he mantenido con ellas en particular. Así lo hice, y tengo
que confesar que la tarea fue además de muy positiva, increíble…
pues tuve la oportunidad de establecer un diálogo abierto y
franco con mujeres llenas de paz, gozo y ganas de ser ellas mismas…
y mis recuerdos con ellas brotaron como caudales de agua…
Iniciaré
hablando de Rosa, pues su vivencia es muy particular… Es una mujer
joven, hondureña, bonita, llena de vida y esperanzas… Al igual
que muchas, su vida navegaba de manera normal con los altibajos usuales.
Casada, con una hija recién nacida y con grandes ganas de superación.
Un día lo inesperado llegó, su niña de tan solo
cinco meses se enfermó de gravedad… “me sentía desesperada,
no sabía que hacer, lloraba, pedía a Dios… pero la calma
no me llegaba…” En esos días de desolación en el hospital,
un médico le dijo que tenían que hacerle la prueba del
“SIDA” a la niña. Nunca le dieron una consejería, una
explicación sencilla de todo lo relacionado con la prueba,
solo el crudo veredicto… “yo no podía creer lo que me estaban
diciendo, de dónde se le podía ocurrir que mi hija,
mi bebé, mi tesoro podía tener eso?…” fueron días
muy difíciles y negros para ella…
El resultado
llegó… salió positivo… tampoco hubo pos-consejería,
solo las frías palabras de un laboratorista… En medio del caos
que procedió a la noticia, le informan que ella y su esposo
también debían practicarse la prueba. “yo me quedé
como zombi, miraba a mi esposo sin mirarlo, el terror se apoderó
de mi, que estaba ocurriendo?, el mundo se estaba volviendo loco,
yo me casé virgen, nunca había tenido otra pareja que
mi marido…” Ella y su esposo se hicieron la prueba, y al igual que
los resultados de su hija; también fue positivo. “lo único
que se me ocurrió hacer fue correr al baño a llorar
y llorar hasta que me quedé sin fuerzas”
Después
de toda la negación y rechazo a su situación, después
de una clara mejoría de la salud de su hija, después
de la aceptación de su condición de mujer que vive con
VIH, inició el camino de su metamorfosis. Desde ese día
se dedica con toda la energía y tesón posibles a reivindicar
los derechos humanos de las personas que al igual que ella y sus dos
seres más queridos viven con VIH. “pensé, no soy responsable
de lo que estoy viviendo, no es pecado, por qué tengo que esconderme?,
por eso decidí dar la cara y decir públicamente con
la frente en alto, si! soy Rosa una mujer que vive con VIH.
Ha vivido
momentos muy difíciles, sobre todo al pensar en su hija, quien
hasta ahora ha disfrutado una niñez “casi” como cualquier otra,
bueno; nunca ha podido disfrutar jugar en la lluvia, pues mojarse
puede ser terrible en su caso, pero se trata de que disfrute siempre
con lo que se pueda. A los 4 años inició su preescolar,
donde tuvo la experiencia de disfrutar y compartir con otros niños
y niñas de su edad. Cuando llegó la época de
la escuela su mamá y su papá quisieron que ingresara
a una escuela más grande, con mejores opciones educativas,
pero no fue posible, ya que la junta de profesores (as) dividió
su voto y la mayoría consideró que no era recomendable
que una niña en su “estado”, asistiera a ese Centro Educativo.
Fue duro…”me sentí tan mal…asqueada, tanto prejuicio, tanta
ignorancia… y pensar que según las leyes mi hija tenía
derecho al estudio…Sin embargo no quisimos hacer nada legal contra
el colegio, para que la niña no saliera más afectada
y lastimada”
Rosa
ha tenido de todo, pero sobre todo fortaleza. Hoy por hoy es una madre
plena y llena de esperanza, ella y su hija se nutren mutuamente. Día
a día promueve y defiende los derechos de otras personas que
como ella, su hija y su esposo no quieren ser pisoteados a causas
de los prejuicios, los mitos, los tabúes y los miedos… Sigue
adelante con una sonrisa que la hace muy especial, la hace ella misma:
Rosa la mujer, la madre, la esposa, la líder nata… ella, simplemente
ella!
María
es otra de las mujeres que ha compartido conmigo su experiencia. Desde
el primer instante en que la conocí, me dije, ella tiene mucho
que dar… es increíble!, no encuentro otra palabra para describirla.
Golpeó mi puerta del hotel, me dijo: - Hola, soy María,
vivo con VIH, soy de Costa Rica y me toca compartir esta habitación
con usted.- A partir de ahí hemos podido ir entrelazando los
hilos que tejen eso que llamamos amistad.
Su historia
podríamos decir que es común, pero nunca corriente…
nunca corriente si hablamos de la transformación que ocurre
en las vidas de las personas cuando el VIH llega. Ella tenía
un compañero que amaba, de pronto se puso muy mal, de gravedad…
“me decía que pasa, el siempre ha sido muy sano…” Casi inmediatamente
les dieron el resultado VIH+, fue fulminante… en menos de dos semanas
falleció. Después de los alocados días de preparativos
y entierro, ella se practicó la prueba… “aunque sospechaba
que yo podía tener el VIH ya que no me había protegido,
me daba terror enfrentar la realidad, que le diría a mis hijos,
como lo tomarían…” Los resultados fueron positivos como ella
presentía… ahora seguía la tarea más dolorosa,
hablar con sus hijos, 3 adolescentes, que no sabían que la
pareja de su mamá había muerto a causa del SIDA.
Ella
refiere “respiré profundo y los llamé a mi cuarto, no
se de donde tomé valor y les dije: tengo VIH!, la respuesta
de ellos nunca la hubiera imaginado. Se me tiraron encima llorando,
me abrazaban, me decían te queremos mucho, te apoyaremos en
todo. Las preguntas brotaron ¿mami te irás muy pronto?….
Creo que lloramos toda la noche..”
Desde
entonces ella se ha dedicado a conocer más sobre el VIH/SIDA,
a informar tanto a sus hijos como a otras personas. “ha sido tan lindo,
una bendición de Dios, nunca he sentido discriminación
de mis hijos, y eso me llena de orgullo y ternura… yo se que cuento
con ellos y ellos conmigo, los amo tanto!... Vivir con VIH me hizo
encontrarme con la realidad de que no había jugado tan mal
mi rol de madre, realmente me siento muy orgulloso por eso…”
En la
actualidad trabaja consejería con las personas afectadas directamente
y con sus familias, es líder indiscutible en su país.
Su testimonio lo ha compartido en muchos escenarios de diferentes
países, y en todos ha dejado plasmada la huella de su fortaleza
y ganas de vivir, ha demostrado que desde que conoció su seropositividad
muchos horizontes desconocidos hasta el momento, eran posibles de
descubrir, disfrutar… y compartir con sus tres grandes tesoros: sus
hijos.
Solo
para concluir quiero compartir que a ambas las conocí el mismo
día, las dos me llenaron de paz interior, de nuevos anhelos,
de ganas de vivir!!… para ellas este pequeño reconocimiento
en honor a sus vidas y a la de sus hijos e hijas.
Autora
Marilyn Mora Salazar
Consultora